Me llaman el desaparecido
Los que me conocen ya saben que me gusta tocar todos los palos. Atleta, triatleta y ahora también le doy al trail.. No me estoy quieto ni un momento pero siempre con respeto. Y siempre llego tarde. No porque quiera, es que tengo una vida muy ajetreada. Ya ves, llevo para escribir esta entrada casi un mes. Me llaman el desaparecido.
El atletismo lo conocí cuando dejé el fútbol porque quería seguir entrenando un deporte que me hiciera desconectar del día a día y el pádel no era lo mío. Unos amigos me liaron con las carreras largas e incluso hice algún maratón a pesar de que no era mi distancia. Después de un par de años decidí mezclar otros deportes ya que correr suponía mucho sufrimiento para mis maltrechas rodillas futboleras (se lo escuché un día al bueno de Luis Enrique después de hacer la Maratón de Sables).
Pasé de ser «atleta» a convertirme en lo que algunos llaman hombres de hierro. Para nada. Un triatleta como yo, lo puede ser cualquiera que le guste nadar y darle a la bici, además de correr.
Esta vez fui mucho más cauto. En vez de dedicarme a la larga distancia, aposté por disfrutar haciendo triatlón y desde entonces lo he convertido en una especie de estilo de vida. Y no, no competí en el Campeonato del Mundo de Triatlón que se celebró estos días en Pontevedra, porque además de ser una barbaridad, tengo mi opinión sobre este tipo de eventos, pero eso queda para otra entrada.
Pero esta entrada era porque me habían pedido una crónica sobre mi participación en un trail. Así que vamos allá.
El trail me mola mucho
Si. No lo puedo negar. El trail me mola mucho. Desde aquella carrera en Corrubedo que no era trail ni leches pero que me pareció diferente y a la vez, alucinante, el trail me encanta y siempre que puedo, me voy al monte a desconectar.
Acabo de ver que corrí con zapas rápidas aquella carrera. 😂😂😂
Tengo que reconocer que pierdo velocidad para correr un 5k después de la natación y la bici pero, ¡qué coño! mola mil.

Ahí estoy al lado del gran Ramiro y, cómo siempre, mirando para la cámara
A principios de año trato de intercalar carreras en asfalto con algún trail y después de participar en el Trail de Cela, me animé a acompañar a unos amigos, que son muy pros del monte, hasta el Monte Galleiro. Eso si, soy de distancias cortas, chavales.
Sabía que iba a ser duro pero como entreno me iba a venir bien. Así que ¡a por todas!
A ritmo de Lori Meyers llegamos tres locos del monte en furgoneta al Monte Galleiro.
Después de recoger el dorsal y de ver salir a los más osados entre los que estaban varios compañeros del CARMA, me puse a calentar un ratín porque hacía algo de fresco.
En la salida me puse delante porque veía que todos me miraban raro. ¿Quién coño es este rapaz que no conocemos?
Primeros metros y voy con el grupo delantero. El ritmo es cómodo para mi actual estado de forma y además es todo bajada. Disfruto mucho hasta que llego al cruce de un río. ¡No jodas!.
Tercer kilómetro y con los primeros. 😱😱😱
5 kilómetros y sigo con ellos. No me lo puedo creer. ¿Habrá que presumir de camiseta?.
Pero en el kilómetro 7 veo una montaña muy alta. Me recordó a París. ¿Y yo tengo que subir hasta allí? ¿Dónde están mis compis de Arbogal para que me dejen algunas cuerdas?.
La subida se hace muy dura. Se me escapan los 6 primeros y sigo a dos que van muy cómodos. Incluso suben hablando en plan, pues ya ves, yo vengo de hacer los 75 kilómetros de no se donde y tampoco fueron tan duros. ¡Estamos locos! 😱😱😱
Llegamos a la cumbre, el Garmin me va a petar pero pienso ¡venga vamos, qué ahora será todo bajar!. Si, si, si. Todavía nos quedaba un rato subiendo.
Llegamos al kilómetro 12 en donde había un avituallamiento y ellos no paran. Claro, solo les quedan 3 kilómetros y estaban acostumbrados.
Yo pido primero, segundo, postre, café y porque no me tocó el jamón que sino me siento allí con los voluntarios. Muy amables, por cierto.
A partir de ahí, todo bajada. Después me dijeron los pros que eso no era un trail con esas bajadas tan fáciles y amplias pero a mi me moló mucho, hasta que llegué a un tramo super técnico para mi nivel, en dónde bajé con mucho cuidado para no romperme los dientes.
Miré para atrás y no venía nadie. Miré para delante e iba uno que me había pasado en el avituallamiento pero que ni me apetecía cogerlo. Después vi que era el segundo de los más viejos del lugar.
Había una sorpresa de última hora. Los últimos dos kilómetros eran por donde habíamos empezado y recuerdo que era todo bajada. 😱😱😱
Llego al río. Lo paso con mucha calma y a correr. En cada giro, me encontraba con gente dándome ánimos. ¡Venga que ya no queda nada! pero la meta ¿dónde está?.

Foto gentileza de Canicross Vigo
Por fin, después de más de 16 kilómetros veo la meta y empiezan a decir mi nombre, veo a Rocio que me anima. Así que hay que llegar entero y con una sonrisa. Llego a meta, somos muy pocos todavía. Me coge el speaker y me hace una entrevista. ¿Y tú de dónde vienes, chaval?.
Pues éso, que me liaron para hacer un trail y tal.
Me ducho, estiro, tomo unas lentejas e incluso me hacen un masaje. Todo un lujo para venir solo a entrenar.

No podía faltar la foto con el gran Javichín
Y cuando nos íbamos a marchar, veo que he quedado tercero en mi categoría, la de los viejos más molones del monte. Y a partir de ahí, se lió.
Y yo qué solo venía a entrenar….
Si has llegado hasta aquí te mereces saber una cosa. Me mola mucho correr por el monte pero lo de competir queda en un segundo plano, se lo dejo a otros que son mucho mejores y entrenan mucho más que yo. Y en este equipo, hay muchos. 😉😉😉
Seguimos. Espíritu CARMA.